Portugal es el destino extranjero que más hacemos y últimamente y en parte es debido a la pandemia, ya que la cercanía del país hermano te permite la movilidad en automóvil —aunque los viajes son siempre por trabajo— y ello nos hace apreciar cada vez más los monumentos y paisajes de nuestro país vecino.
El Palacio de Busaco se encuentra en el Bosque de Busaco perteneciente a la parroquia de Luso y a mitad de camino entre Coimbra y Aveiro, han ocurrido muchos acontecimientos históricos y ello nos ha dejado una preciosa huella que ha llegado hasta nuestros días.
Los Carmelitas Descalzos están en esta sierra desde 1628, gracias a una donación del obispo de Coimbra, y aunque hubieron conventos anteriores muy cercanos, la huella de esta orden fue impresionante, tanto arquitectónicamente como a nivel botánico porque introdujeron nuevas especies traídas de ultramar.
El punto más alto de lo que es el bosque, esta en el Mirador de la Cruz Alta que fue donde comenzamos la visita esta vez, y desde allí bajan muchos senderos por el bosque que llevan a ermitas como las del Calvario, El sepulcro, Sacramento —llegaron a construir hasta once ermitas— y a otros miradores y fuentes y capillas, y es que el bosque perteneciente al convento tiene una superficie 400 hectáreas. En el interior del bosque también hay un viacrucis de 3 kms de longitud formado por una veintena de capillas en cuyo interior están representadas algunas de las estaciones en figuras de barro.
La batalla de Busaco (1810) también se desarrollo en este paraje en el ámbito de la Guerra de la Independencia, en la cual se enfrentaron el ejercito francés del general Massena contra el ejercito anglo-portugués. También en el recinto hay un «museo militar» en el que se exponen recuerdos de la batalla.
Los portugueses también tuvieron su desamortización en 1834, o más bien una prohibición de las ordenes religiosas (como ya pasara en España en 1809 durante el reinado de Bonaparte) y paso todo a manos del estado, que mantuvo cuidado el bosque y fue la época de la instalación del viacrucis.
A principios del siglo XX se derribo parte del convento y se construyo un pabellón de caza para la familia real portuguesa, a cargo del arquitecto italiano Luigi Manini. Este palacio de Busaco que solo fue utilizado en una ocasión por la familia real, y después de la primera guerra mundial se convirtió en hotel siendo uno de los más lujosos de Europa.
Su estructura exterior de estilo neo-manuelino, en piedra de Ançã, recuerda a la Torre de Belém y muestra motivos del claustro del Monasterio de los Jerónimos, ambos en Lisboa. El suntuoso interior está decorado con paneles de azulejos, frescos y cuadros alusivos a la época de los descubrimientos portugueses.
El mobiliario, verdadero patrimonio museológico, incluye piezas portuguesas, indo-portuguesas y chinas, realzadas por la fastuosa tapicería. Destacan también el techo morisco y el suelo ejecutado con maderas exóticas.
Nosotros lo hemos visitado varias veces y estar en Portugal por una zona cercana y no ir a verlo es una pena, ya que solo para la vista desde los jardines de palacio merece la pena el viaje, aunque dentro hay unos salones visitables con cafetería y mobiliario histórico de gran valor estético y patrimonial. La entrada esta regulada por cada uno de los accesos y se paga una pequeña cantidad que te permite estar todo el día.
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